Un año más, y en primer lugar, quiero que estas primeras líneas que escribo sirvan para agradecer a los Hermanos del Señor la oportunidad que me han brindado para compartir con los torreños unas reflexiones escritas sobre una de las Fiestas que suscitan el interés de todos y en la que todos, en mayor o menor medida, colaboramos generosamente.
Este año, las parejas que han querido organizar la Fiesta, se han encontrado con una dificultad que no tenían cuando en el año 2008 decidieron dar el paso para hacerse cargo de la preparación de los Jornaleros para este 2009. Y es que antaño no vivíamos una situación tan compleja y delicada como la que tenemos a raíz de la crisis económica que vive nuestra nación, nuestra comunidad autónoma y, por supuesto, nuestra provincia y nuestro pueblo. Y como la Fiesta se costea con dinero público, no facilitado por la Administración sino de la buena voluntad de cada ciudadano, pues las circunstancias a las que se tienen que enfrentar los Hermanos del Señor para organizar la Fiesta son, a todas luces, contrarias a lo que suele ser rutinario, habitual, normal.
Ahora bien, eso no impide que a pesar de disponer de menos recursos económicos para elaborar un programa festivo como el acostumbrado, los Hermanos del Señor lo hagan con todo el cariño, todo el empeño, toda la ilusión y toda la constancia del mundo. Me consta que estas cuatro parejas así lo han trabajado durante todo el año. Y estoy seguro que van a conseguir, a pesar de las contrariedades que se están encontrando, sorprendernos con un abanico de actividades para todos los gustos y para todas las edades.
Y también debo decir que esas preocupaciones no lo deben ser tanto. En tiempos pasados, la Fiesta se preparaba con cuatro perras gordas y se ha mantenido esta antiquísima tradición hasta nuestros días. Por eso, lo que no tenemos que perder de vista es la base de nuestra esperada Fiesta de los Jornaleros: que saquemos al Cristo en Procesión para agradecerle, con trigo y panes morenos, la lluvia que ha derramado para nuestros campos; no debemos olvidar a nuestros mayores y enfermos que por su débil situación no pueden acompañarnos estos días así como a los niños que reciben la Comunión por primera vez.
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