8 de diciembre de 2008

GARZÓN NO ES PROFETA EN SU TIERRA

Hace unos días me llama un buen amigo desde Granada. Amigo nacido en Torres y muy conocido no sólo por la vecindad de nuestro pueblo sino también por muchas personas que no tienen nada que ver con esta villa.

Me comentó por teléfono que había realizado una foto cuando menos curiosa y llamativa, que le había parecido sorprendente por el significado de la instantánea y del lugar en el que la realizó y que quería compartir conmigo algunas apreciaciones de lo que le sugirió aquel retrato. Aunque no viene a cuento, compartí con él una larga conversación del tema en cuestión en la que compartíamos algunas cosas y discrepábamos en otras.

A las dos semanas recordé la conversación y, cuando llegué al pueblo, quise pasarme por el lugar del que hablamos unos días atrás para inmortalizar con mi cámara aquello de lo que hablamos y recoger la estampa mencionada.

Esta imagen pasa desapercibida porque se produce en la fachada de una casa de la calle “Baltasar Garzón Real”, al final de la que es la principal calle de Torres, en un cruce de varias calles, lugar éste con mucho tráfico y poco apropiado para detenerse a contemplar lo que hay alrededor. El caso es que, creo, por ahora no hay mucha gente que se haya percatado del asunto.

Nuestro pueblo es un municipio que mira al futuro con optimismo, con ilusión y con la esperanza de conseguir que nuestra localidad tenga unos servicios óptimos que ofrecer a sus ciudadanos y visitantes, en la que vivir plácida y cómodamente, Pueblo cuyos vecinos trabajan principalmente en la agricultura y la construcción para ganar el sustento personal o familiar. Vecinos que no echan la vista atrás sino que se enfrentan con coraje al futuro, a lo nuevo, a lo que viene sea bueno o menos bueno para avanzar y progresar. Torres ha sufrido numerosas desdichas: epidemias y trágicos desastres meteorológicos que mermaron la población de forma considerable, como la nube de San Gil en la que perdió la vida casi el 2,5% de la población, por citar el más conocido por todos, y también conflictos como la Guerra Civil, en la que se enfrentaban hasta la muerte vecinos y miembros de una misma familia por defender unas determinadas posturas.

El caso es que en todo momento hemos mirado hacia delante y sólo hemos vuelto la vista para no repetir los errores cometidos, para aprender de lo que se hizo mal y no “tropezar dos veces en la misma piedra”, para solucionar las desgracias de la mejor forma posible, para construir un municipio del que sentirnos orgullosos y no llegar al extremo de matar por matar al vecino por ser de izquierdas o de derechas, cristiano o ateo, republicano o monárquico. Con el diálogo, enterrando el “hacha de guerra”, sentados en la “mesa camilla”, confrontando ideas y proyectos para dar solución al problema de por vida.

Y así lo acordaron nuestros antepasados en su tiempo, nuestros familiares ascendientes hace menos años y nosotros tenemos el deber de seguir haciéndolo: por ellos y por los que han de venir. Y por esto se caracterizan los torreños auténticos: por conseguir un futuro próspero, venturoso y lleno de esperanza y por mirar al pasado sólo y exclusivamente para aprender de los errores. No sólo por esto se caracterizan los de Torres, también han actuado así los españoles.

Pero Baltasar Garzón ha querido otra cosa, por todos conocida como el “esperpento de Garzón”. Él ha pretendido juzgar una parte de la Historia y no toda la Historia. Baltasar Garzón parece tener interés sólo por una parte de las víctimas y no por todas las víctimas. Baltasar Garzón ha cometido el mayor disparate en mucho tiempo. Baltasar Garzón se ha equivocado.

De momento, la Transición nos ha dejado los 30 años de mayor libertad, de mayor paz, de mayor desarrollo económico y mayor justicia social de la Historia de España y de ello pueden dar fe franquistas, socialistas, republicanos o nacionalistas.

Ya hemos comentado por lo que se caracterizaban los torreños: por no mirar al pasado nada más que para aprender de los errores.

Placa de la Calle Baltasar Garzón Real, situada frente al Parque Municipal


Hoy nos encontramos esta imagen en las calles de nuestro municipio, fruto del descontento entre los propios vecinos del pueblo. Esta fotografía habla por sí sola y viene a demostrar que Baltasar se ha confundido intentando hacer, a su discutible juicio, algo bueno por algunos y fastidiar a otros, viene a demostrar que GARZÓN NO ES PROFETA EN SU TIERRA. Y ese malestar, esa división que ha conseguido abrir de nuevo, también llega al pueblo que le vio nacer y del que dice sentirse orgulloso. Baltasar Garzón se siente orgulloso de ser torreño, pero hay torreños que no se sienten orgullosos de que Baltasar Garzón sea de Torres. Así de claro. Baltasar Garzón, que dice ser de Torres, ha mirado al pasado y ya hemos comentado por lo que se caracterizan los torreños: por mirar al pasado, sí, pero sólo para aprender de los errores.


Y como cada uno juzga lo que le viene en gana y como le viene en gana, yo juzgo que Baltasar Garzón no merece llevar el gentilicio de “torreño”, por revisionista e impertinente.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que en Torres hay muchos antigarzón. Con investigar solo una parte, ha dejado muy clara su postura de rojo.

Paco Ceacero dijo...

Muy acertado tu comentario sobre el Juez Garzón.

Anónimo dijo...

Magnífico!

No has podido expresar de mejor manera lo que siento como torreño que soy.

Puesto que no vivo en Torres, llevo a mi pueblo en el corazón y siempre que puedo, voy. Me siento orgulloso de ser de Torres, pero para nada me siento orgulloso de este hombre, ni me siento identificado con él, aún siendo del mismo sitio, jamás diré "soy del pueblo de Garzón".

Porque yo soy de Torres, así sin más.

Roberto, un fuerte abrazo y enhorabuena por el blog.